En los anales del fútbol hay momentos que trascienden el tiempo. Instantes en los que la pasión, el talento y la determinación se funden para forjar leyendas que perduran a lo largo de las generaciones. En el lejano año de 1901 surgió una de esas figuras inolvidables. William Llewellyn Dyer, un jugador cuyo nombre quedó grabado en la historia como símbolo de triunfo y gloria en aquella primera Copa de la Coronación de 1902, cautivando a toda una ciudad por su estilo y destreza.
En aquellos primeros años del siglo XX, cuando el fútbol aún daba sus primeros pasos en tierras vascas, la presencia de este jugador inglés se convirtió en un símbolo de la incipiente pasión por el “football” en la región. Su nombre resonó en Bilbao durante una década, dejando una huella indeleble en el corazón de los aficionados bilbaínos.
Borja Valle Sarasketa junto a Lee Thirkell, de la Peña oficial del Sunderland AFC los Bilbao Black Cats y con la ayuda del historiador y escritor Keith Gregson repasamos la historia de William Llewellyn Dyer, el pionero inglés que conquistó las campas de Lamiako dejando un legado que perdura hasta nuestros días.
Si nos acompañas mientras exploramos las facetas que han sido pasadas por alto de nuestro protagonista, podrás descubrir hasta su verdadera imagen que había permanecido oculta durante tanto tiempo confundida por el galés Carlton Levick tal y como escribimos en nuestro anterior artículo.
Su llegada a Bilbao. La familia Dyer.
William nació en Sunderland el 11 de septiembre de 1883, justo después del matrimonio de sus padres y fue bautizado en St Michael’s, Bishopwearmouth (ahora Sunderland Minster) el 16 de octubre de 1883.
Llegaría a Bilbao desde Sunderland en 1884 a la temprana edad de un año marcando el comienzo de una conexión profunda con la ciudad que duraría toda su vida. La villa bilbaína se convertiría en el escenario de sus primeros recuerdos, aventuras y, eventualmente, triunfos en el mundo del fútbol.
Le traían en brazos sus jóvenes padres, el galés Sydney John Dyer de 25 años (Swansea, 1859) y la joven inglesa Sarah Jane Doxford de apenas 20 años (Sunderland, 1864). Su padre Sydney, hijo de un maestro albañil galés, se había trasladado a Sunderland para trabajar en el comercio del carbón. Allí conoció a Sarah, hija de un tendero y comerciante de vinos llamado Joseph Doxford que había fallecido cuando ella apenas tenía siete años. Los padres de Sarah tenían una de las tiendas de ultramarinos más conocidas de la ciudad en High Street de Sunderland cerca de dónde residían los Dyer.
La familia de su madre Sarah era una de las más influyentes de la ciudad inglesa. Era prima entre otros de Sir Theodore Doxford (1841-1916), miembro del Parlamento por Sunderland de 1895 a 1906, nombrado caballero en 1900 y miembro activo de la famosa empresa de ingeniería y construcción naval de la familia y que estaba, por cierto, muy involucrado en el equipo de football de la ciudad, el Sunderland AFC. Su astillero, los años 1905 y 1907, contó con la mayor producción del mundo.
Desde su llegada a Bilbao, su padre Sydney J. Dyer se dedicó al comercio del mineral de hierro de las minas vizcaínas creando la firma “Dyer&Martyn”. Vendían el mineral a las fundiciones de Gales y noreste de Inglaterra regresando los barcos a Bilbao con carbón, una mercancía esencial para la industria local.
Este ciclo comercial no solo representaba una oportunidad de negocio, sino también un vínculo entre dos regiones. La familia se integró rápidamente en la comunidad local, estableciendo vínculos y relaciones que serían fundamentales en su proceso de asentamiento contribuyendo al tejido social y económico de la misma. Según el interesante libro “Nuestro hombre en Bilbao” de Anasagasti y San Sebastián, la familia Dyer residían en una casa de la calle Henao, en el ensanche bilbaíno. Encima de la popular confitería Jauregui.
En Bilbao, el padre de William también desempeñó el papel de agente consular en Bilbao de Gran Bretaña, Estados Unidos (dimitiría en la guerra de 1898) y Ecuador. Esta posición no solo representaba un honor para la familia, sino también una responsabilidad importante en la promoción de los intereses comerciales y diplomáticos de Gran Bretaña en la región.
Tras establecerse en la villa, llegaron a la familia Dyer otros cuatro hijos. Rita Dyer (Bilbao, 1888 – Glamorgan, 1962), Winnie Dyer (Bilbao, 1890 – Cardiff años 70), Sydney Ivor Dyer (Bilbao, 1893 – Cardiff 1969) y Arthur Gordon Dyer (Bilbao, 1899 – Cardiff 1962).
La Copa de la Coronación. Máximo goleador del torneo.
En los albores del siglo XX, el fútbol estaba iniciándose en la villa y dos clubs destacaban por encima de los demás: el Bilbao Football Club y el Athletic Club. Esta situación dio lugar a una intensa rivalidad entre ambos equipos, que se manifestaba en los encuentros que disputaban en las campas de Lamiako. Eran más que simples enfrentamientos deportivos; representaban la rivalidad entre dos clubs emblemáticos, contribuyendo al crecimiento y la consolidación del fútbol como un fenómeno cultural en Bilbao.
Con apenas 18 años, Dyer fue uno de los jóvenes residentes en la villa que se unieron al recién creado Bilbao FC convirtiéndose en una pieza fundamental en la formación y el espíritu del Club. Su posición en el campo era de delantero centro, siendo su principal responsabilidad liderar la línea de ataque y buscar oportunidades de gol para su equipo. Su compromiso con el equipo, su liderazgo en el campo, su visión de juego, su habilidad para encontrar el camino hacia el gol y su capacidad para marcar goles lo convirtieron en un pilar esencial en el equipo destacándose como uno de los mejores delanteros de su época.
El excepcional desempeño en el campo de aquellos históricos primeros partidos entre los equipos bilbaínos en Lamiako lo llevó a integrar la selección de jugadores para jugar aquella primera Copa de la Coronación en 1902. El histórico “Team Bizcaya”.
Si bien no llegó a jugar aquel primer partido histórico en Burdeos (siendo confundido por Carlton Levick como veíamos en un artículo anterior) sí volvió a brillar en el terreno de juego contra un equipo de marineros escoceses, esta vez en Lamiako, consiguiendo uno de los goles en la victoria bilbaína por tres a cero (este partido no lo recoge la Web del Athletic Club). Pero sobre todo entusiasmó a los bilbaínos en el considerado como primer partido internacional disputado en Bizkaia. El equipo de Burdeos, el Burdigala, devolvía la visita que el equipo bilbaíno había realizado un mes atrás. En este partido que el “Team” Bizcaya ganó por un amplio siete a cero. Dyer logró anotar cuatro goles, consolidando aún más su reputación como uno de los delanteros más prolíficos de su época. Una victoria inolvidable.
Sus jugadas magistrales y sus habilidades extraordinarias fueron fundamentales para la victoria de su equipo y le hicieron delantero centro titular indiscutible en la Copa de la Coronación. Su destacada habilidad no pasó desapercibida tampoco en Madrid, lo que lo llevó a convertirse en el máximo goleador del torneo de la Copa de la Coronación (junto a su compañero Walter Evans). Su valía como delantero determinante, así como un líder en el campo de juego, fue fundamental para el éxito de su equipo, que logró alzarse con la victoria y ganar aquella primera Copa.
Su posterior vida de “Sportman” en Bilbao.
Su juego durante los años posteriores continuó capturando la atención de los aficionados y estableciéndolo como una figura destacada en la historia del fútbol en Bilbao. Tuvo el privilegio de participar en numerosos partidos memorables y emocionantes. Desde partidos oficiales de Copa hasta encuentros amistosos, benéficos y torneos “internacionales”.
Si bien no participó en la victoria del equipo bilbaíno de la Copa en 1903, ganaría la Copa del Rey de 1904 (sin jugar un solo partido al no presentarse sus contrarios en el día señalado) al ser el delantero centro titular. Por tanto, la Copa de 1905 era un desafío formidable para el equipo. El Athletic Club tenía un objetivo claro: conseguir la victoria y quedarse con el trofeo en propiedad. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, lamentablemente no se logró la victoria esa vez perdiendo la final por uno a cero contra el Madrid FC. Lástima.
Después de la derrota siguió jugando tanto con el Athletic Club, con el Bizcaya, con el Unión FC o con el “English Team” indistintamente. Además de disputar encuentros contra el Burdigala, tomaría parte con el Athletic Club en encuentros históricos como aquel primer derby con el Recreation de San Sebastián en 1905 o participando en aquella primera visita del Madrid FC a las campas de Lamiako.
Por otro lado también en 1905 tuvo el privilegio de participar en un evento que trascendió los límites del deporte y se convirtió en un acto de solidaridad y compasión. Un encuentro benéfico en apoyo a las familias de los náufragos de los buques “Uriarte Nº2” y el “Oleta”. Una tragedia que conmovió a toda la comunidad y generó una llamada a la acción para ayudar a aquellos que habían sido afectados por la tragedia en el mar.
En septiembre de ese mismo año intervino con el equipo “English Team” en la primera Copa disputada en bizkaia en 1905, la Copa Bizkaia. Como curiosidad de aquella época datan las primeras imágenes de cine conocidas donde aparecen los jugadores del Athletic Club. Si bien estas imágenes han desaparecido seguro que nuestro protagonista aparecía en ellas. Poco tiempo después moriría Juan Astorquia lo que fue un duro golpe para el Club bilbaíno.
En 1907 llegó a jugar junto a sus compañeros de 1902 en el primer equipo de veteranos. El equipo Bizcaya iba a participar en la Copa de 1907 y organizó un partido con los veteranos campeones para ayudar a conseguir fondos al equipo para su participación en el campeonato.
Estuvo presente en los entrenamientos de las campas de Lamiako hasta principios de 1910, cuando el Athletic Club había llamado a sus socios a participar en los entrenamientos para conseguir un equipo superior que fuera a Donosti para poder hacerse con la victoria de la Copa del Rey, como así fue finalmente. Se retiraría del juego ese año, viendo a su Athletic Club otra vez campeón y además portando la camiseta rojiblanca encargada por el Club a su querido Sunderland en enero de 1910 (Su hijo así lo contaba siempre a sus descendientes).
En los años posteriores, Dyer no solo dejó su huella en los campos de fútbol de Bilbao, sino que también se convirtió en parte integral de la vida y la cultura deportiva de la ciudad, abrazando con pasión cada faceta del espíritu deportivo bilbaíno y enriqueciendo su legado con nuevas experiencias y aventuras. Admirado por su destreza futbolística, pronto encontró afinidades en otras disciplinas que formaban parte del fervor deportivo bilbaíno. El ciclismo, el tenis y la vela se convirtieron en parte de su vida cotidiana, ampliando así su conexión con la comunidad local y demostrando una versatilidad que trascendía las fronteras del campo de fútbol.
Se casó con Catherine Lacey en 1916. Fue un casamiento consular. Tuvieron 5 hijos, todos ellos nacidos en Bilbao, Arthur Patrick (1916); Eileen (1918); Katherine, Nora y Carmen.
En 1916, su padre Sydney abandonaría Bilbao para montar una oficina en Cardiff y seguir comerciando desde allí con mineral de hierro. Se llevó con él, además de a su esposa, a todos sus hijos menores. En Bilbao se quedó su primogénito, William Llewellyn, encargándose de los negocios de la familia. Sus oficinas estaban ubicadas en la Plaza Nueva 12. Su padre fallecería en Cardiff a finales de 1935 y su madre Sarah Jane fallecería unos meses antes en marzo de 1935 en Penath.
Nuestro protagonista mantuvo el negocio de su padre en la villa hasta 1936. Al comenzar la guerra civil, el bloqueo del puerto de Bilbao puso fin al comercio de mineral de hierro con el Reino Unido. Cayó gravemente enfermo, falleciendo en noviembre de 1936. Tenía solamente 53 años.
Sus hermanos. Uno de ellos llegaría a jugar en el Athletic Club.
Como decíamos anteriormente todos sus hermanos habían nacido en Bilbao y en 1916 se marcharon a Gales con sus padres.
Sydney Ivor Dyer – nacido en 1893. Sirvió como teniente en el 10.º Regimiento de Gales durante la Primera Guerra Mundial. Se casó con la hija de un comerciante de madera en Newport, Gales, en 1925. Se dedicaba al negocio familiar como importador de mineral de hierro. Vivía en Penarth. Falleció en el área de Cardiff en 1969. 76 años
Arthur Gordon Dyer – nacido en 1899. Llegó a disputar un partido con el Athletic Club. Aunque su paso por el equipo fue breve, disputando tan solo un partido, su presencia en el campo reflejó la continuidad de una tradición familiar arraigada en la historia del Club. El 18 de mayo de 1920 jugó de extremo izquierdo en un partido amistoso contra una selección catalana. El Athletic Club venía de perder ser robado en la famosa final conocida como de Beltrán de Lis. En la alineación bilbaína, encontramos jugadores que meses después triunfarían en las olimpiadas de 1920, tales como Pichichi, Joshe María Belauste, Sabino o Acedo. El árbitro fue Juan Arzuaga. El Athletic Club triunfó por tres a cero con goles de Belauste, Anton Allende y Laca. Las crónicas de aquel partido destacaron sobre todo su gran velocidad. Se casó en 1926 y falleció en Cardiff el 2 de marzo de 1962.
Rita Dyer nació en 1888. Se casó con Evan Watkins Jones en 1914 en Penarth. Evan Watkins Jones era hijo de un armador y corredor de bolsa y murió en un campo de golf en 1929. La muerte de Rita fue certificada en Glamorgan en 1962.
Winnie Dyer nació en 1890. Winnie también se casó en Penarth en 1930 con Evan Claude Jones. Evan Claude Jones era de Cardiff e hijo de Llewellyn Jones de Cardiff, que era un viajero comercial. Winifred murió en el área de Cardiff, en los 70.
Toda la dinastía Dyer disfrutaría de un tremendo éxito como exportadora de mineral de hierro desde el norte de España al sur de Gales y noreste de Inglaterra.