EL PIONERO INGLÉS DEL FUTBOL EN BILBAO: WILLIAM LLEWELLYN DYER

En los anales del fútbol hay momentos que trascienden el tiempo. Instantes en los que la pasión, el talento y la determinación se funden para forjar leyendas que perduran a lo largo de las generaciones. En el lejano año de 1901 surgió una de esas figuras inolvidables. William Llewellyn Dyer, un jugador cuyo nombre quedó grabado en la historia como símbolo de triunfo y gloria en aquella primera Copa de la Coronación de 1902, cautivando a toda una ciudad por su estilo y destreza.

En aquellos primeros años del siglo XX, cuando el fútbol aún daba sus primeros pasos en tierras vascas, la presencia de este jugador inglés se convirtió en un símbolo de la incipiente pasión por el “football” en la región. Su nombre resonó en Bilbao durante una década, dejando una huella indeleble en el corazón de los aficionados bilbaínos.

Borja Valle Sarasketa junto a Lee Thirkell, de la Peña oficial del Sunderland AFC los Bilbao Black Cats y con la ayuda del historiador y escritor Keith Gregson repasamos la historia de William Llewellyn Dyer, el pionero inglés que conquistó las campas de Lamiako dejando un legado que perdura hasta nuestros días.

Si nos acompañas mientras exploramos las facetas que han sido pasadas por alto de nuestro protagonista, podrás descubrir hasta su verdadera imagen que había permanecido oculta durante tanto tiempo confundida por el galés Carlton Levick tal y como escribimos en nuestro anterior artículo.

Su llegada a Bilbao. La familia Dyer.

William nació en Sunderland el 11 de septiembre de 1883, justo después del matrimonio de sus padres y fue bautizado en St Michael’s, Bishopwearmouth (ahora Sunderland Minster) el 16 de octubre de 1883.

Llegaría a Bilbao desde Sunderland en 1884 a la temprana edad de un año marcando el comienzo de una conexión profunda con la ciudad que duraría toda su vida. La villa bilbaína se convertiría en el escenario de sus primeros recuerdos, aventuras y, eventualmente, triunfos en el mundo del fútbol.

Le traían en brazos sus jóvenes padres, el galés Sydney John Dyer de 25 años (Swansea, 1859) y la joven inglesa Sarah Jane Doxford de apenas 20 años (Sunderland, 1864). Su padre Sydney, hijo de un maestro albañil galés, se había trasladado a Sunderland para trabajar en el comercio del carbón. Allí conoció a Sarah, hija de un tendero y comerciante de vinos llamado Joseph Doxford que había fallecido cuando ella apenas tenía siete años. Los padres de Sarah tenían una de las tiendas de ultramarinos más conocidas de la ciudad en High Street de Sunderland cerca de dónde residían los Dyer.

La familia de su madre Sarah era una de las más influyentes de la ciudad inglesa. Era prima entre otros de Sir Theodore Doxford (1841-1916), miembro del Parlamento por Sunderland de 1895 a 1906, nombrado caballero en 1900 y miembro activo de la famosa empresa de ingeniería y construcción naval de la familia y que estaba, por cierto, muy involucrado en el equipo de football de la ciudad, el Sunderland AFC. Su astillero, los años 1905 y 1907, contó con la mayor producción del mundo.

Theodore Doxford. Cortesía de Ghgraham.org

Desde su llegada a Bilbao, su padre Sydney J. Dyer se dedicó al comercio del mineral de hierro de las minas vizcaínas creando la firma “Dyer&Martyn”. Vendían el mineral a las fundiciones de Gales y noreste de Inglaterra regresando los barcos a Bilbao con carbón, una mercancía esencial para la industria local.

Este ciclo comercial no solo representaba una oportunidad de negocio, sino también un vínculo entre dos regiones. La familia se integró rápidamente en la comunidad local, estableciendo vínculos y relaciones que serían fundamentales en su proceso de asentamiento contribuyendo al tejido social y económico de la misma. Según el interesante libro “Nuestro hombre en Bilbao” de Anasagasti y San Sebastián, la familia Dyer residían en una casa de la calle Henao, en el ensanche bilbaíno. Encima de la popular confitería Jauregui.

Anuncio Prensa Empresa Sidney J. Dyer. Cortesía de Archivo Diputación Foral Bizkaia.

En Bilbao, el padre de William también desempeñó el papel de agente consular en Bilbao de Gran Bretaña, Estados Unidos (dimitiría en la guerra de 1898) y Ecuador. Esta posición no solo representaba un honor para la familia, sino también una responsabilidad importante en la promoción de los intereses comerciales y diplomáticos de Gran Bretaña en la región.

Tras establecerse en la villa, llegaron a la familia Dyer otros cuatro hijos. Rita Dyer (Bilbao, 1888 – Glamorgan, 1962), Winnie Dyer (Bilbao, 1890 – Cardiff años 70), Sydney Ivor Dyer (Bilbao, 1893 – Cardiff 1969) y Arthur Gordon Dyer (Bilbao, 1899 – Cardiff 1962).

La Copa de la Coronación. Máximo goleador del torneo.

En los albores del siglo XX, el fútbol estaba iniciándose en la villa y dos clubs destacaban por encima de los demás: el Bilbao Football Club y el Athletic Club. Esta situación dio lugar a una intensa rivalidad entre ambos equipos, que se manifestaba en los encuentros que disputaban en las campas de Lamiako. Eran más que simples enfrentamientos deportivos; representaban la rivalidad entre dos clubs emblemáticos, contribuyendo al crecimiento y la consolidación del fútbol como un fenómeno cultural en Bilbao.

Con apenas 18 años, Dyer fue uno de los jóvenes residentes en la villa que se unieron al recién creado Bilbao FC convirtiéndose en una pieza fundamental en la formación y el espíritu del Club. Su posición en el campo era de delantero centro, siendo su principal responsabilidad liderar la línea de ataque y buscar oportunidades de gol para su equipo. Su compromiso con el equipo, su liderazgo en el campo, su visión de juego, su habilidad para encontrar el camino hacia el gol y su capacidad para marcar goles lo convirtieron en un pilar esencial en el equipo destacándose como uno de los mejores delanteros de su época.

El excepcional desempeño en el campo de aquellos históricos primeros partidos entre los equipos bilbaínos en Lamiako lo llevó a integrar la selección de jugadores para jugar aquella primera Copa de la Coronación en 1902. El histórico “Team Bizcaya”.

Única foto existente del Team Bizcaya de 1902. Cortesía de Wikipedia.
Pertenece a su viaje a Burdeos y no al campeonato de Copa de 1902. El primero sentado a la izquierda con bigote es en realidad Carlton Levick y no William Dyer como se suponía hasta el presente.

Si bien no llegó a jugar aquel primer partido histórico en Burdeos (siendo confundido por Carlton Levick como veíamos en un artículo anterior) sí volvió a brillar en el terreno de juego contra un equipo de marineros escoceses, esta vez en Lamiako, consiguiendo uno de los goles en la victoria bilbaína por tres a cero (este partido no lo recoge la Web del Athletic Club). Pero sobre todo entusiasmó a los bilbaínos en el considerado como primer partido internacional disputado en Bizkaia. El equipo de Burdeos, el Burdigala, devolvía la visita que el equipo bilbaíno había realizado un mes atrás. En este partido que el “Team” Bizcaya ganó por un amplio siete a cero. Dyer logró anotar cuatro goles, consolidando aún más su reputación como uno de los delanteros más prolíficos de su época. Una victoria inolvidable.

Sus jugadas magistrales y sus habilidades extraordinarias fueron fundamentales para la victoria de su equipo y le hicieron delantero centro titular indiscutible en la Copa de la Coronación. Su destacada habilidad no pasó desapercibida tampoco en Madrid, lo que lo llevó a convertirse en el máximo goleador del torneo de la Copa de la Coronación (junto a su compañero Walter Evans). Su valía como delantero determinante, así como un líder en el campo de juego, fue fundamental para el éxito de su equipo, que logró alzarse con la victoria y ganar aquella primera Copa.

Su posterior vida de “Sportman” en Bilbao.

Su juego durante los años posteriores continuó capturando la atención de los aficionados y estableciéndolo como una figura destacada en la historia del fútbol en Bilbao. Tuvo el privilegio de participar en numerosos partidos memorables y emocionantes. Desde partidos oficiales de Copa hasta encuentros amistosos, benéficos y torneos “internacionales”.

Si bien no participó en la victoria del equipo bilbaíno de la Copa en 1903, ganaría la Copa del Rey de 1904 (sin jugar un solo partido al no presentarse sus contrarios en el día señalado) al ser el delantero centro titular. Por tanto, la Copa de 1905 era un desafío formidable para el equipo. El Athletic Club tenía un objetivo claro: conseguir la victoria y quedarse con el trofeo en propiedad. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, lamentablemente no se logró la victoria esa vez perdiendo la final por uno a cero contra el Madrid FC. Lástima.

Athletic Club (Copa 1905. Madrid). Cortesía de BNE.
Sentado en el centro con la pelota entre sus piernas nuestro protagonista.

Después de la derrota siguió jugando tanto con el Athletic Club, con el Bizcaya, con el Unión FC o con el “English Team” indistintamente. Además de disputar encuentros contra el Burdigala, tomaría parte con el Athletic Club en encuentros históricos como aquel primer derby con el Recreation de San Sebastián en 1905 o participando en aquella primera visita del Madrid FC a las campas de Lamiako.

Por otro lado también en 1905 tuvo el privilegio de participar en un evento que trascendió los límites del deporte y se convirtió en un acto de solidaridad y compasión. Un encuentro benéfico en apoyo a las familias de los náufragos de los buques “Uriarte Nº2” y el “Oleta”. Una tragedia que conmovió a toda la comunidad y generó una llamada a la acción para ayudar a aquellos que habían sido afectados por la tragedia en el mar.

En septiembre de ese mismo año intervino con el equipo “English Team” en la primera Copa disputada en bizkaia en 1905, la Copa Bizkaia. Como curiosidad de aquella época datan las primeras imágenes de cine conocidas donde aparecen los jugadores del Athletic Club. Si bien estas imágenes han desaparecido seguro que nuestro protagonista aparecía en ellas. Poco tiempo después moriría Juan Astorquia lo que fue un duro golpe para el Club bilbaíno.

En 1907 llegó a jugar junto a sus compañeros de 1902 en el primer equipo de veteranos. El equipo Bizcaya iba a participar en la Copa de 1907 y organizó un partido con los veteranos campeones para ayudar a conseguir fondos al equipo para su participación en el campeonato.

Estuvo presente en los entrenamientos de las campas de Lamiako hasta principios de 1910, cuando el Athletic Club había llamado a sus socios a participar en los entrenamientos para conseguir un equipo superior que fuera a Donosti para poder hacerse con la victoria de la Copa del Rey, como así fue finalmente. Se retiraría del juego ese año, viendo a su Athletic Club otra vez campeón y además portando la camiseta rojiblanca encargada por el Club a su querido Sunderland en enero de 1910 (Su hijo así lo contaba siempre a sus descendientes).

Athletic Club (Irun. Enero 1910). Cortesía de la Biblioteca de la Diputación Foral de Bizkaia. Color Cortesía Peio Sarasketa.
La primera vez que el Club vistió con la camiseta rojiblanca de Sunderland.

En los años posteriores, Dyer no solo dejó su huella en los campos de fútbol de Bilbao, sino que también se convirtió en parte integral de la vida y la cultura deportiva de la ciudad, abrazando con pasión cada faceta del espíritu deportivo bilbaíno y enriqueciendo su legado con nuevas experiencias y aventuras. Admirado por su destreza futbolística, pronto encontró afinidades en otras disciplinas que formaban parte del fervor deportivo bilbaíno. El ciclismo, el tenis y la vela se convirtieron en parte de su vida cotidiana, ampliando así su conexión con la comunidad local y demostrando una versatilidad que trascendía las fronteras del campo de fútbol.

Se casó con Catherine Lacey en 1916. Fue un casamiento consular. Tuvieron 5 hijos, todos ellos nacidos en Bilbao, Arthur Patrick (1916); Eileen (1918); Katherine, Nora y Carmen.

En 1916, su padre Sydney abandonaría Bilbao para montar una oficina en Cardiff y seguir comerciando desde allí con mineral de hierro. Se llevó con él, además de a su esposa, a todos sus hijos menores. En Bilbao se quedó su primogénito, William Llewellyn, encargándose de los negocios de la familia. Sus oficinas estaban ubicadas en la Plaza Nueva 12. Su padre fallecería en Cardiff a finales de 1935 y su madre Sarah Jane fallecería unos meses antes en marzo de 1935 en Penath.

Esquela de la madre de nuesro protagonista. Sarah Jane Doxford.
Cortesía de la Biblioteca de la Diputación Fotal de Bizkaia.

Nuestro protagonista mantuvo el negocio de su padre en la villa hasta 1936. Al comenzar la guerra civil, el bloqueo del puerto de Bilbao puso fin al comercio de mineral de hierro con el Reino Unido. Cayó gravemente enfermo, falleciendo en noviembre de 1936. Tenía solamente 53 años.

Sus hermanos. Uno de ellos llegaría a jugar en el Athletic Club.

Como decíamos anteriormente todos sus hermanos habían nacido en Bilbao y en 1916 se marcharon a Gales con sus padres.

Sydney Ivor Dyer – nacido en 1893. Sirvió como teniente en el 10.º Regimiento de Gales durante la Primera Guerra Mundial. Se casó con la hija de un comerciante de madera en Newport, Gales, en 1925. Se dedicaba al negocio familiar como importador de mineral de hierro. Vivía en Penarth. Falleció en el área de Cardiff en 1969. 76 años

Arthur Gordon Dyer – nacido en 1899. Llegó a disputar un partido con el Athletic Club. Aunque su paso por el equipo fue breve, disputando tan solo un partido, su presencia en el campo reflejó la continuidad de una tradición familiar arraigada en la historia del Club. El 18 de mayo de 1920 jugó de extremo izquierdo en un partido amistoso contra una selección catalana. El Athletic Club venía de perder ser robado en la famosa final conocida como de Beltrán de Lis. En la alineación bilbaína, encontramos jugadores que meses después triunfarían en las olimpiadas de 1920, tales como Pichichi, Joshe María Belauste, Sabino o Acedo. El árbitro fue Juan Arzuaga. El Athletic Club triunfó por tres a cero con goles de Belauste, Anton Allende y Laca. Las crónicas de aquel partido destacaron sobre todo su gran velocidad.  Se casó en 1926 y falleció en Cardiff el 2 de marzo de 1962.

Rita Dyer nació en 1888. Se casó con Evan Watkins Jones en 1914 en Penarth. Evan Watkins Jones era hijo de un armador y corredor de bolsa y murió en un campo de golf en 1929. La muerte de Rita fue certificada en Glamorgan en 1962.

Winnie Dyer nació en 1890. Winnie también se casó en Penarth en 1930 con Evan Claude Jones. Evan Claude Jones era de Cardiff e hijo de Llewellyn Jones de Cardiff, que era un viajero comercial. Winifred murió en el área de Cardiff, en los 70.

Toda la dinastía Dyer disfrutaría de un tremendo éxito como exportadora de mineral de hierro desde el norte de España al sur de Gales y noreste de Inglaterra.

LA GABARRA. EL CENTENARIO DE UNA FIESTA FLUVIAL HISTÓRICA.

A pesar del paso del tiempo, el recuerdo de aquellos recibimientos que pudimos vivir hace ahora aproximadamente 40 años sigue vivo en nuestra memoria. Recordamos con cariño y admiración aquel momento que quedó grabado en nuestra mente como un símbolo de unidad, pasión y triunfo deportivo. Sin duda, aquel desfile fluvial quedó marcado como una de las páginas athleticzales más brillantes y emocionantes de la historia rojiblanca.

Sin embargo, la historia de la gabarra tiene sus raíces mucho más profundas. Estamos a punto de alcanzar el hito del centenario desde la primera vez que la villa de Bilbao utilizó una gabarra para dar la bienvenida a unos campeones de fútbol. Esta es la emocionante historia del recibimiento al Acero de Olabeaga, campeón de la serie B en 1924.

Aquí fue donde todo dio inicio.

Fotografía B/N German. Archivo Histórico de Euskadi. Color Peio Sarasketa.

El fervor y la emoción se apoderaron de los alrededores de la estación del Norte mucho antes de la hora prevista para la llegada de los muchachos del Acero. A pesar de que el horizonte se cubrió de nubes, una multitud abrumadora se congregaba, deseosa de expresar su aprecio y afecto hacia los protagonistas del momento.

Tanto la Plaza Circular como calle de la Estación se encontraban saturadas de público, todos ansiosos por presenciar la llegada triunfal de los campeones de la Serie B de “football”. El ambiente vibraba con la emoción palpable donde una multitud entusiasta se congregó para dar la bienvenida a los de Olabeaga.

Finalmente, hacía las ocho de la tarde, un estallido de cohetes rompió el silencio anunciando la inminente llegada del tren que transportaba a los laureados aceristas. La mirada de la multitud se dirigía hacia las vías, aguardando con gran entusiasmo el arribo de los héroes deportivos.

Con la llegada del “rápido” de Madrid a la estación, el público que abarrotaba el andén estalló en una ovación estruendosa, un tributo ensordecedor al triunfo y dedicación de los jugadores. Los aplausos resonaron en el aire mientras los deportistas descendían del vagón, siendo recibidos con muestras de admiración y cariño que marcaban un momento inolvidable en la historia deportiva local.

La Gabarra a su paso por Portugalete. 1983. Archivo Histórico de Euskadi

El teniente alcalde señor Barandiarán, en nombre del alcalde de Bilbao, les dió la bienvenida. También saludaron a los equipiers el Presidente de la Federación señor Errasti, el Presidente del Athletic, señor Irezabal y el simpático y popular don Mario Ugarte, organizador del recibimiento, entre otras muchas personas y representantes de los clubs deportivos de la villa.  Varios jóvenes de Olabeaga entregaron al capitán del equipo un ramo de flores.

La atmósfera festiva se apoderó de las calles de la ciudad en un despliegue de júbilo y celebración. Inmediatamente después de la llegada de los campeones, se formó una colorida comitiva para honrar su victoria. Encabezada por los txistularis, que marcaban el ritmo alegre del desfile, seguían varias bandas que interpretaban biribilketas festivas que llenaban el ambiente de energía positiva. El público, contagiado por la emoción del momento, se unía al compás de la música, saltando y entonando canciones en honor al Acero campeón. “Alirón, Alirón, ….”.

Tras las bandas de música, se sumaban las representaciones de las Clubs locales, Athletic, Arenas, Sestao, Erandio, Deusto, Padura, Fortuna, Portugalete, Santuchu, Elcano y otras muchas, cada una luciendo sus respectivas banderas y ocupando vehículos adornados para la ocasión. También se vio un camión engalanado, en representación del barrio de Uribitarte y un auto en el que iba luciendo una hermosa gorra artística, don José Luis Pitarque. Entre vítores y aplausos, la comitiva avanzaba por las calles, destacando la presencia de los aceristas en un autocar que cerraba la marcha.

El recorrido llevó a la comitiva por el puente de Isabel II (puente del Arenal), descendiendo hacia la Federación Vizcaína que se situaba en la calle Jardines. A lo largo del trayecto, las calles se llenaban de aplausos y muestras de aprecio hacia los campeones, quienes eran aclamados en cada esquina y callejón. El fervor y la camaradería inundaban la ciudad, en una demostración palpable del orgullo local por los logros deportivos alcanzados por el equipo de Olabeaga.

La caravana se detuvo frente al domicilio de la Federación, donde el presidente de la misma, señor Errasti, extendió una calurosa bienvenida a los recién llegados, elogiando su destacado triunfo. Tras los discursos, los campeones fueron agasajados con un merecido “lunch” en su honor. Una vez concluido la comitiva retomó su marcha, donde les esperaba una siguiente etapa de la celebración. Los directivos y miembros del equipo, acompañados por una banda de música, se dirigieron con destino al muelle del Arenal hacia una gabarra propiedad de la compañía naviera Sota especialmente engalanada con ramas y farolillos para dar continuidad a la festividad.

Biblioteca Municipal de Bilbao. Paso del Athletic Club en la Gabarra 1983

Sin embargo, en un giro inesperado, cuando los jugadores se disponían a embarcar rumbo a Olabeaga, donde continuarían con las celebraciones, las nubes descargaron su lluvia sobre la multitud. En cuestión de segundos, la gente se dispersó en todas direcciones en busca de refugio bajo los portales y cualquier cobertura disponible.

A pesar del repentino cambio climático, el espíritu festivo y el orgullo por la victoria del equipo campeón no se desvanecieron. La lluvia no logró apagar el fuego de la pasión que había encendido la hazaña deportiva, y la ciudad seguía vibrando con la emoción de la victoria.

Con la banda entonando el popular canto Atxuritarra subido en el vaporcito que había que remolcar a la gabarra, partieron por la ría en medio de una atmósfera de alegría y camaradería. A lo largo de las orillas del río, el público se congregaba en gran número, ocupando ambos márgenes para presenciar el paso de la comitiva. A medida que la comitiva pasaba, los barcos atracados en el ría se sumaron a la celebración, haciendo sonar sus sirenas en un gesto de alegría y reconocimiento.

El entusiasmo de la multitud era evidente, aplaudiendo con fervor cada momento de este pintoresco desfile fluvial. Una verdadera flotilla de bateles a la veneciana les fue dando escolta. El sonido estridente de las sirenas de los barcos que se alineaban en el trayecto competía con el chaparrón, pero no lograba opacar el fervor del momento. La escena resultó ser un espectáculo visualmente impresionante. Aunque las gotas caían sin piedad, la pasión del público y la colaboración de todos los involucrados en el evento hicieron que esta bienvenida se convirtiera en un capítulo inolvidable, marcando otro capítulo memorable en la celebración de los campeones y su destacado logro deportivo.

El recibimiento de los jugadores en el barrio de Olabeaga alcanzó proporciones extraordinarias, marcando un momento inolvidable. La expectación era palpable mientras todo el barrio se congregaba en las orillas del río, aguardando con entusiasmo la llegada de sus héroes deportivos. A raíz de la multitud congregada en el muelle, un lamentable incidente tuvo lugar cuando el joven vecino de dieciocho años, Miguel Landa, cayó al mar. La situación se vio agravada por el nivel bajo de la marea en ese momento, lo que resultó en un impacto en la cabeza y lesiones para el joven.

Cuando la comitiva hizo su aparición en la ría, el fervor de la multitud alcanzó su punto culminante. Las aclamaciones y vítores resonaron en el aire, inundando el ambiente con una energía contagiosa que reflejaba el orgullo y la admiración hacia sus jugadores. Sin embargo, a pesar de la efusión y el júbilo, los festejos planeados en el barrio se vieron afectados en parte por las inclemencias del tiempo. La persistente lluvia impidió la celebración de los eventos previstos, dejando a la multitud con un sentimiento agridulce tras la euforia inicial del recibimiento. Aun así, el espíritu de camaradería y apoyo mutuo permaneció intacto entre los habitantes del barrio, demostrando una vez más la fuerza y la unidad.

A disfrutar!!

CARLTON LEVICK, EL OLVIDADO “DANDY” DE LA CITY DEL ATHLETIC CLUB

Carlton Levick participó, en 1902, en el considerado primer partido del Athletic Club en Europa. Sin embargo, ha sido injustamente relegado al anonimato de aquella alineación por su compatriota William Dyer. Las siguientes líneas revelarán el equívoco.

Carlton Levick. Erróneamente confundido por Dyer

El año pasado se conmemoraron 125 años desde los inicios del Athletic Club. Se dice pronto. Desafortunadamente, el paso de tanto tiempo hace que las historias se vayan diluyendo. Que los hombres quienes antaño fueron héroes para la afición bilbaína, hoy los hayamos borrado totalmente de nuestra memoria y que desgraciadamente ya no tengamos ni siquiera conocimiento de su existencia.

Entre esos nombres, uno destaca en la penumbra del olvido: Thomas Henry Carlton Levick, un galés residente en los albores del siglo pasado en la villa bilbaína. Exactamente en el número 9 de la céntrica calle Correo. Desempeñó su labor como corredor de seguros y buques, siendo además uno de los impulsores fundamentales del equipo Bilbao FC junto a otros compatriotas como Walter Evans, George Wilmot Langford, William Llewellyn Dyer, o George Paterson Cochran.

Como veremos a continuación, Carlton Levick desempeñó un papel vital del histórico equipo que participó en la considerada primera aventura europea del Athletic Club. A pesar de ello, y por alguna misteriosa razón, ha sido injustamente relegado al anonimato de aquella alineación siendo reemplazado erróneamente por William “Luke” Dyer. Levick es, por tanto, una figura que merece ser recordada por la memoria colectiva rescatándola del olvido.

Esta historia nos traslada a marzo de 1902 cuando el “Team” Bizcaya, una selección de los mejores jugadores bilbaínos pertenecientes a los equipos del Athletic Club y el Bilbao FC, se aventuró por primera vez a jugar fuera de casa con destino a Burdeos. Tras el viaje en ferrocarril, el recibimiento caluroso donde la gran mayoría de socios del Burdigala vitorearon al equipo bilbaíno, y la pertinente cena posterior de bienvenida en honor a los visitantes, se jugaría al día siguiente, el 9 de marzo, un partido de football entre ese club y el Bizcaya de Bilbao.

La alineación bilbaína según recogió el “journal” L’Áuto-Veló, con algún error grmatical que otro en los nombres (que han sido corregidos), fue la siguiente: Luis Arana (Bilbao FC); Enrique Careaga (Bilbao FC) y Ricardo Ugalde (Bilbao FC); Amado Arana (Athletic Club), Pedro Larrañaga (Athletic Club), Jose María Arana (Bilbao FC); Carlton Levick (Bilbao FC), Alejandro de la Sota (Athletic Club), Juan Astorquia (Athletic Club), Ramón Silva (Athletic Club) y Walter Evans (Bilbao FC). Antes del inicio del histórico partido el equipo bilbaíno fue fotografiado al completo tal y como se recoge en la imagen siguiente.

«Team» Bizcaya fotografiado en Burdeos el 9 de marzo de 1902.

                   De Pié.           Careaga, Arana JM, Arana L, Larrañaga, Ugalde, Arana A.

                   Sentados.      Levick, Sota, Astorquia, Silva, Evans.

El partido comenzó a las tres y media correspondiendo sacar al equipo francés.  Sin embargo, el primer tiempo fue de dominio bilbaíno consiguiéndose adelantar por dos a cero. El primer gol obra de Ramón Silva y el segundo de Walter Evans a la salida de un corner. El hábil juego de Astorquia y Levick, según el periódico francés «La Petit Gironde», fue en distintas ocasiones muy aplaudido. Los jugadores vascos estuvieron encantados con los agasajos y atenciones de que fueron objeto por parte de los franceses quienes devolverían la visita por Semana Santa. Finalmente el partido acabó con el resultado de cero a dos a favor de los vascos pudiéndose considerar como la primera victoria europea del Athletic Club.

Sin embargo, a pesar de su contribución crucial, todas las páginas de referencia que abundan por internet y los medios de comunicación, incluso la página Web del Club, han omitido a Levick de las alineaciones, sustituyéndolo por error por Dyer en su lugar. La investigación realizada por Borja Valle Sarasketa,  junto a Lee Thirkell, de la Peña oficial del Sunderland Bilbao Black Cats y con la ayuda del historiador de Sunderland Mike Gibson, dará alguna luz sobre el jugador en cuestión que como veremos a continuación no sólo se limitó al terreno de juego únicamente.

Nacido el 24 de septiembre de 1867 en Carleon Monmouthshire en Gales. Su padre se llamaba Frederick Levick (Wolverhampton, Staffordshire, England – 1837 – 1931) y su madre Alice P. Gabb (Monmouthshire, Wales – 1835 – 1896).

Se había casado en 1895 con Evelyn Constance Quinton en el distrito de Hendon en el Condado de Middlesex. Ella era nieta de un condecorado capitán de la Royal Navy, George Farquhar Morice (Aberdeen, Escocia, 1792-1868), quien fuera comandante del yate real del rey William IV y capitán de los muelles y puertos de Deptford.

Tuvieron 2 hijos, Geoffrey Carlton Levick y Gwendoline Constance Levick

Durante su estancia en Bilbao, como decíamos anteriormente, fue uno de los impulsores del Bilbao FC jugando alguno de aquellos históricos partidos en las campas de Lamiako. El partido de Burdeos señalado anteriormente sería el más importante de ellos. Alejandro de la Sota recordaría años más tarde en el períodico Excelsior, que la maleta más suntuosa en aquellos tiempos era la del galés, como recordatorio de su distinción y refinamiento.

El retorno de Levick a Inglaterra desde las bulliciosas calles de Bilbao lo catapultó a nuevas alturas de distinción y prestigio, donde representó con orgullo los intereses de su nación en diversas empresas y organizaciones.

En 1910, entre otros negocios, participó representando a Inglaterra en el consejo de la Sociedad Marroquí de Obras Públicas para estudiar y ejecutar toda clase de obras públicas en el vecino imperio, como construcción de puertos, ferrocarriles, caminos, conducción de aguas, etc.

Su regreso lo situó en Norwenstone Frithwood Avenue, Ruislip, Middlesex, en las cercanías de Londres, donde se convirtió en un miembro distinguido de la élite londinense. Sería un miembro exclusivo de la Ciudad. Un “dandy” de la “City”, como le recordaría el mencionado Alejandro de la Sota, cuya elegancia dejó una huella imborrable en los círculos más exclusivos de la sociedad británica.

Foto Cortesía: Mike Gibson

El 27 de abril de 1917, durante la primera guerra mundial, le ascienden a capitán del 5th Squadron del County of London Motor Volunteer Corpsy y en 1918 fue nombrado caballero de la orden del imperio británico (CBE) por el Ministerio de la Marina inglesa por la representación del Ministerio de Navegación Británico sobre la cesión de tonelaje español en la primera guerra mundial en particular.

Además de sus logros en el ámbito empresarial y militar, Levick dejó una marca imborrable en el ámbito deportivo y cultural, desempeñado roles importantes en diversas sociedades deportivas.

Fue miembro exclusivo de la prestigiosa “Marylebone Cricket Club”, durante más de 40 años, estando a cargo de la colección del museo como conservador honorario del mismo. Fue también mánager honorario de los equipos de gira del MCC que visitaron las Indias Occidentales en 1925-26 y 1934-35, Sudáfrica en 1930-31 y Canadá en 1937, siendo miembro del Southgate Club durante 58 años.

Foto cortesía Mike Gibson. Carlton Levick al frente del equipo del MCC.

Entre 1929-1953 sería, además, secretario honorario de la Lucifer Golfing Society siendo capitán en 1942/43. Su pasión por el golf lo llevó a donar un trofeo en 1947, The Carlton Trophy, para conmemorar su 80 cumpleaños y conmemorar todos sus años como secretario honorífico de la sociedad. El trofeo, todavía en vigor, se otorga al ganador de la eliminatoria anual de individuales de la Sociedad.

Foto cortesía LuciferGolfingSociety.com

Una vida plena y distinguida que llegó a su fin el 19 de octubre de 1957, en Bournemouth, Hampshire (ahora condado de Dorset), Inglaterra, dejando tras de sí un legado que merece ser recordado en la historia del fútbol bilbaíno y la sociedad británica, cuyo impacto resonó más allá de las fronteras del deporte.

JUAN ARZUAGA: EL DEPORTISTA BILBAÍNO DE MUCHO TALENTO.

El historiador deportivo y social Keith Gregson se adentra en la historia de Juan Arzuaga, un grande del fútbol español que pisó los campos de rugby en el noreste de Inglaterra.

Juan Arzuaga (1880-1951) fue una figura clave en el desarrollo temprano del fútbol en el País Vasco. Anteriormente, y durante un periodo relativamente corto, también fue un crack en los campos de rugby, sobre todo en los condados de Northumberland y Durham, en el norte de Inglaterra.

La habilidad futbolística de Arzuaga es sobresaliente. Representó a la selección Española en el que hoy se reconoce como el primer partido internacional (aunque no oficial) de la selección. Fue en 1913, cuando marcó el único gol de su país en el empate a uno contra Francia. También es conocido por haber sido segundo capitán honorario del famoso Athletic Club de Bilbao. Mientras jugaba en el Athletic, Juan ayudó a su club a ganar la Copa del Rey en dos ocasiones. Más tarde entrenó el equipo durante unos meses.

Sus vínculos con el rugby se descubrieron recientemente en una biografía del bilbaíno. El autor señala que Juan estudió en Inglaterra, donde jugó al rugby también. Se sugiere que esta formación tuvo lugar en el noreste de Inglaterra, en algún lugar cerca de los ríos Tyne y Wear. Afortunadamente, se conservan documentos que así lo demuestran.

Juan Arzuaga aparece en el censo de 1901 en Gateshead, al sur del Tyne y en el condado de Durham. Según los datos, era estudiante de ingeniería naval y vivía con una familia de la zona. Por lo tanto, es muy probable que estuviera realizando una formación en uno de los astilleros del Tyne o del Wear. Por lo que vemos, se deduce claramente que permaneció entre tres o cuatro años y que se encontraba en la región debido a los enormes vínculos comerciales y de construcción naval entre Bilbao y el noreste de Inglaterra. (El bisabuelo materno del autor, capitán de barco, llevaba carbón a Bilbao y traía hierro a los puertos del noreste con regularidad a finales del siglo XIX).

Juan, sin duda, era un deportista de mucho talento y así lo confirman las crónicas de los periódicos ingleses que informaban sobre él desde noviembre de 1898, cuando acababa de cumplir 18 años, hasta la primavera de 1902. Cuando tenía 21 años, se trasladó a Alemania para trabajar en ingeniería. En ese periodo ya jugaba al rugby a un nivel muy alto.

Al día de hoy, sólo ha aparecido una referencia periodística de su participación en la década de 1890, y es en noviembre de 1898 para el segundo equipo del North Durham contra el tercer equipo del Northern. El primer relato de su participación en un partido oficial es contra el primer equipo del Sunderland para el primer equipo del North Durham en febrero de 1901 en el campo Ashbrooke, Sunderland. El Sunderland ganó 31-3, Juan anotó los tres puntos de penalti para su club. El equipo de Sunderland contaba con dos futuros internacionales y Barbarians. (Este relato es particularmente agradable ya que el autor del artículo es historiador del Sunderland RFC en que un hijo entrena y otro juega para el primer equipo).

La última temporada de Juan (1901/2) cuenta unas cuantas referencias de su participación en el rugby. En noviembre de 1901 todavía jugaba para el North Durham y recibía grandes elogios. En ese mes anotó dos ensayos en una victoria contra la escuela de Durham, uno de ellos magníficamente realizado desde la línea de 25 yardas. En diciembre de 1901 marcó el único ensayo en una derrota por poco ante el duro equipo de los mineros del carbón, el Hamsteels. En ambos partidos convirtió los ensayos en goles. En enero de 1902 fue decisivo en el empate a 5 contra el poderoso Northern de Northumberland. Anotó todos los puntos: el ensayo lo consiguió quitando el balón al zaguero, protagonista del Northern y cruzando la línea a toda velocidad; la conversión fue difícil, pero acertada.

La mayoría de las demás referencias corresponden a los últimos meses de la temporada 1901/2, cuando se trasladó al Rockliff (hoy Whitley Bay Rockliff). Es probable que fuera contratado debido a los elogios impresionantes ya mencionados. En aquella época, el Rockliff era uno de los principales equipos del norte de Inglaterra. En muchos de sus partidos con el club, Juan jugó en una ala, mientras el inglés Tom Simpson (11 partidos disputados con la selección inglesa) jugó en la otra.

La primera referencia de Juan con el Rockliff tuvo lugar contra el West Hartlepool a mediados de enero de 1902. Se dice que hizo «un mal partido». Sin embargo, un periodista del Newcastle Journal avaló su velocidad y reconoció que tendría tanto éxito como Simpson en un futuro cercano. El mismo reportero también señaló que el público del Rockliff, desconcertado por su nombre, le dieron el apodo de «XYZ», el nombre de un famoso caballo de carreras que todavía se recuerda en una carrera anual en el High Gosforth Park de Newcastle. (XYZ era recordado por su velocidad y también recibe su nombre en una conocida canción callejera de Tyneside). En febrero jugó contra el Durham City y el Carlisle. En este último partido, «regateó con velocidad sobre la línea y marcó» en una victoria de 11-6.

En marzo de 1902 Juan anotó un try contra el Percy Park. También marcó otro en un partido de vuelta contra el Carlisle. El 6 de marzo marcó dos ensayos en la victoria contra el Walker en la Copa del Condado y fue señalado como un gran peligro ante la final contra el Percy Park (de nuevo). Según la prensa, ahora jugaba con confianza. Él y Simpson eran indomables. Veloz e ingenioso», Juan ayudó al Rockliff a ganar contra el Percy Park en la final por 9-0. El 28 de marzo el Rockliff registró una magnífica victoria de 9-0 sobre el poderoso Northampton. Juan fue destacado por su magnífica patada que incluyó un drop goal que marcó puntos. El partido se jugó en Northampton ante 5.000 espectadores.

En abril de 1902, hubo otros tres partidos de prestigio. El primero fue una derrota contra el Swansea ante 15.000 espectadores galeses. En este partido se le anuló un drop goal. La gira galesa continuó con un partido contra el Newport, un equipo muy importante en aquella época. Juan se lesionó y Rockliff tuvo que jugar la segunda parte con un jugador menos. Fue una gran derrota. Perdió en el último partido con el club de 9-8 contra un fuerte equipo, el Hartlepool Rovers. Intentó y falló un par de drop goals por muy poco.

Es posible dar fecha a la salida de Juan del Rockliff (y posiblemente del rugby, aunque es posible que haya jugado algo de rugby en Alemania). Esto se debe al descubrimiento de una referencia completa sobre la cena anual del club a finales de abril de 1902. Según un archivo del Newcastle Journal, la salida de Juan del noreste era inminente y como consecuencia, se le regalaron una medalla de oro por sus esfuerzos en el campo de rugby. Juan dijo que le encantaría volver a jugar con los colores rojo y amarillo del club (que siguen siendo los actuales), ya que le recordaban a la bandera de su país. Asistieron varios jugadores internacionales a la cena y el entretenimiento corrió a cargo de W E Catcheside Warrington, conocido por los historiadores de la cultura moderna como un importante promotor de canciones de Tyneside de larga duración, como «Blaydon Races» y «Cushie Butterfield».

ATHLETIC CLUB 1910

Juan Arzuaga (fila de atrás, último a la derecha) se marchó del noreste de Inglaterra con el próximo destino  Alemania y después, a su ciudad natal, Bilbao para buscar éxito en los campos de fútbol. Durante su estancia en el Athletic Club, el primer once empezó a jugar con rayas rojas y blancas. Las investigaciones recientes confirman cada vez más que esto se debió a diversos vínculos entre Bilbao y el puerto de Sunderland y su club de fútbol, famoso por sus rayas rojas y blancas. De hecho, ahora se cree que las primeras franjas rojiblancas de Bilbao se compraron en una tienda de deportes de Sunderland. ¿Entonces, no es significativo que uno de los grandes de Bilbao que vistió esa camiseta, hubiera practicado deporte en Sunderland? Por casualidad, Arzuaga acabó abriendo una tienda de deportes en Bilbao en 1910.

Juan Arzuaga fue un auténtico crack y debe de haber sido la única persona que ganó en finales tanto la Copa del Rey como una Copa del Condado del Rugby inglés.

Sobre el autor: Keith Gregson es un escritor autónomo, historiador y músico semi-jubilado afincado en Sunderland. Ha escrito unos cuantos libros sobre la historia del deporte, entre ellos «One Among Many», «Sporting Ancestors» y «Australia in Sunderland». Más información sobre su obra en https://www.keithgregson.com/ y comprar sus libros en Amazon.

Gracias a Borja Valle Sarasketa, historiador de Athletic Club, por su trabajo sobre el «futbolista» Arzuaga y los vínculos del club con el Sunderland AFC.

Traducción:  Lee Thirkell – Bilbao Black Cats – Peña del Sunderland AFC